jueves, 15 de agosto de 2013

Los truenes

Yo me esfuerzo, soy muy responsable, cuido mi granjita, felicito a todos mis amigos gracias al recordatorio de cumpleaños que te envía la red social; comento los estados graciosos y los que no lo son tanto; para que sepan que estoy al pendiente. Habitualmente posteo una canción o un corto de película en el muro de alguien para que sepa que no lo olvido. Si no fuera por Facebook, no sabría las cosas que viven mis ex-compañeros de la primaria, aún cuando en realidad no me interesa saberlo. El punto es que trabajo duro por ser el mejor “amigo virtual” que alguien pueda tener.

Por esta razón, el día en que noté mi lista de amigos más escueta que de costumbre, me alarmé muchísimo. Corrí a la cocina a buscar galletas de animalitos y atenté contra mi vida hasta que razoné y me di cuenta que era un chiste y por fin lo había entendido. Después de un Dalay y un té de manzanilla me dispuse a averiguar qué era lo que pasaba; las preguntas me rondaban la cabeza como un lobo ronda a su presa;


¿Por qué mi perfil se volvía menos popular con el paso del tiempo? 
¿Fue por etiquetar a mis amigos en la imagen de “dedícame una canción”?
¿Qué hice mal?

Traté de tranquilizarme pensando que era una falla del sistema, pero después noté que era algo aún peor: MIS AMIGOS BORRABAN SU PERFIL.

Después de una investigación exhaustiva en twitter, el cual también sufría una preocupante baja de seguidores; llegué a la conclusión de lo que pasaba: los MALDITOS truenes amorosos.

Al parecer es muy común que después de una ruptura, el afectado lo primero que quiere es desaparecer del planeta, razón por la cual eliminan su Facebook. Dicen las malas lenguas que lo hacen porque no quieren tener contacto con aquella persona que les ha hecho añicos el corazón.

Mientras más me informaba todo cobraba sentido: el que tuviera menos amigos no era culpa mía, sino de una chica o chavo malvado que sin compasión alguna hizo figuras de origami con los sentimientos de mi amig@ y no se detuvo a pensar en las consecuencias virtusociales que resultarían de tal acto de homicidio en segundo grado.

Afortunadamente, en las redes sociales la resurrección es una posibilidad real. Después del suicidio virtual, el usuario puede regresar a la vida y seguir su camino, continuar respirando y regando sus zanahorias. Aunque no se salve de rendir cuentas ante toda la familia cibernética y anunciar que a partir de ese momento su “situación amorosa” a cambiado de “tiene una relación” a “soltero”; hecho que en términos mexicanos se traduciría como “ponerle más sal a la herida” .

Ante esta situación, lo único que me queda por hacer es seguir siendo el mejor amigo virtual de mis ciberamigos; oportunidad que no podía dejar pasar. Empecé comentado la “situación amorosa” del afectado, dándole mi pésame por la reciente muerte del amor; después, posteando una canción llegadora de “Camila” o “Franco de Vita” y por último, “sugiriéndole” nuevos amigos entre los cuales quizá pueda encontrar a su nueva media naranja.

¿A poco no soy el mejor amigo virtual que alguien pueda tener?

Nos olemos luego.
#Perro Andaluz