Por esta razón, el día en que noté mi lista de amigos más
escueta que de costumbre, me alarmé muchísimo. Corrí a la cocina a buscar
galletas de animalitos y atenté contra mi vida hasta que razoné y me di cuenta
que era un chiste y por fin lo había entendido. Después de un Dalay y un té de
manzanilla me dispuse a averiguar qué era lo que pasaba; las preguntas me rondaban la cabeza como un lobo ronda a su presa;
¿Por qué mi perfil se
volvía menos popular con el paso del tiempo?
¿Fue por etiquetar a mis amigos en la imagen de “dedícame
una canción”?
¿Qué hice mal?
¿Qué hice mal?
Traté de tranquilizarme pensando que era una falla del
sistema, pero después noté que era algo aún peor: MIS AMIGOS BORRABAN SU
PERFIL.
Después de una investigación exhaustiva en twitter, el cual
también sufría una preocupante baja de seguidores; llegué a la conclusión de lo
que pasaba: los MALDITOS truenes amorosos.
Al parecer es muy común que después de una ruptura, el
afectado lo primero que quiere es desaparecer del planeta, razón por la cual
eliminan su Facebook. Dicen las malas lenguas que lo hacen porque no quieren
tener contacto con aquella persona que les ha hecho añicos el corazón.
Mientras más me informaba todo cobraba sentido: el que
tuviera menos amigos no era culpa mía, sino de una chica o chavo malvado que
sin compasión alguna hizo figuras de origami con los sentimientos de mi amig@ y
no se detuvo a pensar en las consecuencias virtusociales
que resultarían de tal acto de homicidio en segundo grado.
Afortunadamente, en las redes sociales la resurrección es
una posibilidad real. Después del suicidio virtual, el usuario puede regresar a
la vida y seguir su camino, continuar respirando y regando sus zanahorias. Aunque
no se salve de rendir cuentas ante toda la familia cibernética y anunciar que a
partir de ese momento su “situación amorosa” a cambiado de “tiene una relación”
a “soltero”; hecho que en términos mexicanos se traduciría como “ponerle más
sal a la herida” .
Ante esta situación, lo único que me queda por hacer es
seguir siendo el mejor amigo virtual de mis ciberamigos; oportunidad que no
podía dejar pasar. Empecé comentado la “situación amorosa” del afectado, dándole
mi pésame por la reciente muerte del amor; después, posteando una canción
llegadora de “Camila” o “Franco de Vita” y por último, “sugiriéndole” nuevos
amigos entre los cuales quizá pueda encontrar a su nueva media naranja.
¿A poco no soy el mejor amigo virtual que alguien pueda
tener?
Nos olemos luego.
#Perro Andaluz
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